miércoles, 6 de marzo de 2013


CONVIVENCIA Y  CONFLICTOS EN LOS CENTROS EDUCATIVOS






La escuela tiene clara que debe enseñar en la convivencia, desde unos ejes
prioritarios: la consideración de la persona como lo más importante de la vida, el
fomento de actitudes que eliminen el dominio de unos frente a otros, y la
enseñanza para resolver los diferentes conflictos de una manera no violenta.
Rafael Villanueva.
En toda organización y en toda institución existen desacuerdos,
conflictos, tensiones. Estos pueden ser de mayor o menor intensidad; muy
difícilmente exista una armonía plena. Sin embargo, cuando la conflictividad
sobrepasa ciertos niveles, el problema se vuelve preocupante. Esto es lo
que acontece hoy en muchas instituciones educativas. No puede decirse que
la violencia en la escuela sea un hecho generalizado pero, desde hace
alrededor de dos décadas, en todos los países del mundo se ha ido
produciendo un creciente y preocupante deterioro de la convivencia en los
centros educativos, especialmente en los de nivel medio.
Dentro de ese contexto, la atmósfera social que rodea el proceso de
enseñanza/aprendizaje se ve seriamente deteriorada, tanto para la práctica
docente como para el aprendizaje de los alumnos. Es un lugar común
afirmar que el aprendizaje (y en buena medida el proceso de enseñanza)
esta condicionado por el grado de convivencia que existe en la escuela. "El
aprendizaje escolar y la convivencia -nos dice. Boggino- constituyen
procesos que se articulan dialécticamente." Y, en otra parte de su libro Los
valores y las normas sociales en la escuela, agrega: "Podríamos decir que
hay una cierta continuidad y contigüidad entre los criterios utilizados para
enseñar (conceptos y procedimientos) y los utilizados para abordar los
comportamientos (normas y valores)".
La disrupción en el aula y el deterioro de las relaciones
interpersonales
Como consecuencia de la situación que acabamos de señalar, se
producen una serie de patologías, tanto entre los que enseñan como entre
los que aprenden, que se ha dado en llamar "la disrupción en el aula" y que
ha sido definida como un conjunto de conductas inapropiadas que
deterioran el proceso de enseñanza/aprendizaje, creando un clima
inadecuado que afecta a las relaciones interpersonales: docentes-alumnos,
alumnos-alumnos y, en algunos casos, de los docentes entre sí. Por otro
lado, muchos maestros y profesores comienzan a no encontrarle sentido a
su labor como educadores. Esto conduce a un problema bastante
generalizado y que ha sido llamado el "malestar docente" (bourn-out). En
un estudio sobre las condiciones de trabajo y de vida de los educadores
cordobeses (Argentina), realizado por la UEOC, se habla de este fenómeno
como una forma de "subjetivizaci6n del malestar". "Las palabras desgaste,
angustia, irritabilidad, apatía, abulia, desidia, se han incorporado al léxico
que describe nuestros estados y afectan no sólo a nuestro desempeño
docente, sino que se instalan en nuestros medios familiares yen el conjunto
de nuestras relaciones sociales." En la evaluación que el Ministerio de Educación de Argentina realizó el
año 2000, con los alumnos de 5 y 6 años de nivel medio, se puso de relieve
que el 25 por ciento de los alumnos tienen algún problema de conducta:
faltan a clase sin ninguna justificación, llevan vestimentas no aceptables, se
copian en los exámenes, agreden verbalmente a compañeros y profesores,
fuman, se drogan... Este problema que se da en muchos otros países (los
estudiantes no quieren someterse a las exigencias de la disciplina) revela,
por otra parte, que no quieren estudiar, no les interesa estar en la escuela.
En algunos colegios existen "matones": adolescentes violentos y
provocadores que, en forma individual o, más comúnmente, en barras y
pandillas, atacan y golpean a sus compañeros y, en ciertas ocasiones, a los
mismos profesores. En general son jóvenes frustrados que no tienen
alternativas para sus vidas y que recurren al uso de la violencia para "sentir
que son alguien". Rechazan todas las normas de la escuela y su
comportamiento habitual es de total insolencia. Esta disrupción en el aula
tiene dos manifestaciones principales:
• la violencia,
• la indisciplina.
La violencia en la escuela
A lo largo de estos últimos quince años nos hemos encontrado con el
fenómeno, cada vez mas generalizado, de la violencia en la escuela.
Fenómeno que en muchos centros educativos es una preocupación
generalizada. No se trata de violencia (castigos) de los maestros hacia los
alumnos, sino de la violencia de los alumnos entre sí y contra los maestros
y profesores. El enfrentamiento entre alumnos que constituyen pandillas,
agrava la situación.
Si bien la violencia en la escuela es un problema especifico de las
instituciones educativas, esta situación expresa también la violencia que se
genera fuera de la escuela, es decir, la violencia que existe en la sociedad.
Un trabajo reciente de la Organización Mundial de la Salud (año 2002)
sobre la violencia en el mundo presenta un panorama verdaderamente
inquietante. Según dicho informe, cada minuto es asesinada una persona en
el mundo, la mayoría, son jóvenes. Además de esta violencia, existe la
violencia familiar que causa miles de víctimas, en su mayoría mujeres. A
ello debemos agregar la violencia que sufren millones de niños y niñas
víctimas de malos tratos, mutilaciones, violencia física y sexual, abandonos
y otras situaciones que incluso llevan a que "el lugar" donde vivir de
millones de niños y niñas sea la calle; miles de ellos son asesinados... A
todo esto debemos añadir las situaciones de violencia estructural: una
sociedad injusta con grandes desigualdades sociales y desigualdades entre
hombres y mujeres que son también causa de violencia. No se puede
comprender de manera clara lo que acontece en la escuela sin tener en
cuenta lo que acontece en la sociedad.
Estas circunstancias de violencia estructural que se viven en el ámbito
social penetran en la vida escolar. Cuando los centros educativos están en
sectores muy empobrecidos, los que se sienten frustrados y marginados no
tienen reparos ni escrúpulos de cometer actos de venganza contra la sociedad. El vandalismo que sufren ciertos locales escolares es prueba de
ello.
En marzo de 2001, la UNESCO convoco una reunión de expertos en
Paris para tratar el tema de la violencia escolar. Una de las principales
conclusiones de esta reunión fue que los docentes no han recibido la
formación adecuada para afrontarla y que es necesario formar a los
docentes para que estén capacitados para desarrollar formas de
intervención educativa para atenuar y hacer desaparecer en lo posible las
conductas violentas.
No entiendo muy bien aquello que se dice en algunos países en los
que, aludiendo al rol de la escuela, se habla de "contención socio-afectiva"
de los adolescentes, cuando lo que en verdad debe preocupamos es el llevar
a cabo una enseñanza y un aprendizaje para la convivencia. Esta es una
idea y una práctica más en consonancia con la tarea humanizadora de la
educación. Lo central de nuestra preocupación no debe ser la contención,
sino el hacer viable la convivencia, basada en el respeto debido a todo ser
humano por el sólo hecho de serlo. A partir de esta idea básica, podemos
pensar algunas estrategias para controlar y paliar (y si fuera posible,
desterrar) la violencia en la escuela.
Algunas estrategias de intervención educativa
¿Cómo tratar el problema de la violencia en la escuela, cuando
estamos socializados en una cultura de la violencia, de la competitividad,
del "sálvese quien pueda", del menosprecio hacia los mas débiles? ¿Cómo
educar para la convivencia, cuando en los medios de comunicación de
masas (cine y televisión de manera particular) se proclama, de hecho, la
eficacia de la violencia para resolver los conflictos?... Hay muchas
estrategias para la resolución de conflictos; la aplicación de una u otra se
encuentra condicionada en cada caso concreto por múltiples factores. La
que aquí ponemos a consideración es una entre otras.
Trabajar por un cultura de la paz en la escuela -nos dice Xavier
Etxeberría- es una propuesta "que choca contra los ideales y modelos de
referencia comunes que encontramos en la sociedad para construir nuestra
identidad y resolver nuestros conflictos". Esta acción educativa, nos dice
este autor, debe articular tres campos:
• El cognitivo, para el que son adecuadas las informaciones y las
argumentaciones.
• El afectivo, que se cuida especialmente de los procesos de
formación de identidades y en el que es relevante el testimonio y la
imitación.
• El conductual, que remite a motivaciones y experiencias de
acción.
Traducidas a la práctica educativa estas consideraciones del profesor
de ética de la Universidad de Deusto, la educación para la paz y la
convivencia no sólo es importante como tema transversal, sino también
como una forma efectiva para que en la escuela no existan los
comportamientos violentos a los que antes hemos aludido. Siguiendo a
Etxeberria, aunque con una estructuración diferente a la suya (pero fiel a sus propuestas), destacamos cuatro aspectos o dimensiones que deben
incluirse en la práctica educativa:
a) Educar para la autonomía: una persona, para ser pacifica, tiene
que tener seguridad y confianza en sí misma y haber logrado un justo
equilibrio entre el sentimiento del propio poder y la conciencia de la propia
vulnerabilidad... Es necesario cultivar personas serenas, con unidad y paz
interior.
b) El desarrollo de la capacidad empática, es decir, de ponerse en la
perspectiva del otro, desde su biografía, única e incanjeable. Esto nos hace
mucho mas comprensivos, aun con aquellos cuyas ideas y modos de actuar
no comprendemos.
c) La educación para la cooperación: el trabajo y las acciones
cooperativas son lo contrapuesto al espíritu de violencia y de competitividad
que existe en nuestra sociedad.
d) Educar para afrontar los conflictos: estos son inevitables en la
convivencia cotidiana; hay que saber asumirlos y encauzarlos para que no
degeneren en violencia a través de las mediaciones, la cooperación, la
reconciliaci6n y generando alternativas de beneficio mutuo. Una educación
para la paz es enseñar que los conflictos se pueden solucionar por la vía
pacifica, la comunicación y el acuerdo.
El problema de la disciplina
En la historia de la educación, la disciplina se ha considerado una
necesidad para que el proceso de enseñanza/aprendizaje sea posible. La
concepción de la escuela tradicional acerca de la disciplina, no sólo es
obsoleta sino que produce el efecto contrario de lo que pretende, máxime
cuando los jóvenes -como ocurre actualmente- son sensibles a sus
derechos. La disciplina ha sido concebida como un conjunto de normas y
pautas de regulación de comportamientos de los alumnos (los docentes no
entran en esto sino para aplicar sanciones). Como consecuencia de esta
concepción, la disciplina en la escuela se expresa en un sistema de
sanciones, castigos y recompensas que se aplican a determinados
comportamientos o conductas. La idea de disciplina queda, de este modo,
ligada a problemas de trastornos de conducta; en lugar de ayudar en la
convivencia, provoca actos de rebelión e indisciplina. No hay que considerar
la disciplina como un valor en si, sino como una cuestión vinculada con la
necesidad de que exista en la escuela un ámbito de trabajo y convivencia,
conforme a reglas de comportamiento elaboradas y aplicadas por el
conjunto de la comunidad educativa.
En la actualidad, la disciplina es concebida como una forma de
aceptación personal (tanto de los docentes como de los alumnos) de las
normas consensuadas por todos los sectores de la comunidad educativa. El
propósito principal de estas normas es ayudar a crear un ambiente propicio
para el proceso de enseñanza/aprendizaje y no constituir un orden
impuesto por las autoridades del colegio o un reglamento. Los recursos
disciplinarios no pasan por el castigo, las sanciones, el temor, la censura o
las amenazas, sino por establecer un régimen de convivencia conforme a
reglas de comportamiento elaboradas y aplicadas por el conjunto de la
comunidad educativa. Sin embargo, el problema de la disciplina es una de las grandes
preocupaciones en muchos centros educativos. El trato de los alumnos con
los profesores "se ha hecho insolente, los modos de cortesía rayan la
grosería, el nivel de exigencia roza el mínimo, se busca lo fácil, lo cómodo,
lo que no requiere esfuerzo"... Esta descripción del problema que he
recogido de una intervención de José Luís Abellán (Presidente del Ateneo de
Madrid) no es, felizmente, totalmente generalizada, pero expresa la realidad
de muchas instituciones docentes, en donde los problemas de indisciplina se
han convertido en una de las preocupaciones centrales de los docentes para
poder llevar a cabo sus tareas especificas y para introducir a los alumnos en
el mundo de los valores que permiten la convivencia social.
La indisciplina amenaza y perturba especialmente el funcionamiento de
los institutos de enseñanza secundaria. En todos los países de América
Latina y Europa, y de manera mas acentuada en Estados Unidos, la mayoría
de los profesores se quejan del comportamiento de los alumnos y se sienten
impotentes frente al problema de la indisciplina. En un estudio realizado
entre los docentes de España a comienzos de este siglo, el 66 por ciento de
ellos afirma que la indisciplina es la principal causa de los problemas
educativos. El sociólogo Víctor Pérez-Díaz ha afirmado que "los alumnos
ineducables" no sólo crean problemas en el centro docente, sino que
también perjudican a los otros alumnos. Aunque sean pocos, perturban
mucho.
Quisiera cerrar este tema con una serie de interrogantes que la revista
de los trabajadores de la enseñanza de Comisiones Obreras planteaba en el
editorial de su revista en junio de 1998. Pueden ayudarnos para nuestra
reflexión.
• ¿Cómo educar en la convivencia teniendo en cuenta los valores que
se cotizan en la sociedad?
• ¿Cómo potenciar la resolución de conflictos de manera no violenta si
en muchas ocasiones la propia sociedad los resuelve violentamente?
• ¿Es posible que la escuela pueda fundamentar el ponerse en el lugar
del otro, cuando la insensibilidad, la insolidaridad y la apatía impregnan la
vida diaria?
• ¿Es posible que la escuela pueda educar en la convivencia cuando se
difuminan cada vez mas en las relaciones humanas los limites entre los
derechos y los deberes?
• ¿Es posible entender para los niños/as y jóvenes, en la convivencia
diaria, que los/as maestros/as quieren lo mejor para ellos/as cuando se
deteriora tacita o negativamente su imagen?
Las soluciones a estas cuestiones sólo son posibles si la sociedad, la
administración educativa, la familia y los medios de comunicación
responden junto con la escuela al reto que supone voy educar y convivir.

derecho de autor: www.buenastareas.com
COPIADO POR: Marcela Genes Nuñez

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